Desde el punto de vista de la
mecánica -rama de la física-, la teoría del hormigón armado se funda,
básicamente, en la distribución de dos tipos de tensiones unitarias, compresión
y tracción, producidas en las estructuras, entre dos materiales de construcción,
respectivamente hormigón y acero que, a pesar de su naturaleza esencialmente
distinta, actúan en forma perfectamente combinada y solidaria.
Frente a la necesidad de protección contra la intemperie, combustibilidad y
acción de los microorganismos, de la madera; y de las dificultades para evitar
la corrosión y deformabilidad
ante el fuego, del acero; la aparición del hormigón armado a fines del siglo
XIX representó un extraordinario hallazgo para los estamentos técnicos de
aquella época, que venía a solucionar en forma económica aquellos y otros
problemas en la mayoría de las estructuras donde el factor peso propio no
incidiera en exceso.
La factibilidad del trabajo
conjunto y selectivo, de dos materiales tan disímiles, se debe principalmente a
sus dos propiedades fundamentales: ambos tienen el mismo coeficiente de
dilatación por temperatura, y el cemento posee una gran capacidad de adherencia
al acero.
A la vez, dado que el hormigón debe rodear completamente al acero para que se
verifique la total adherencia del mismo, esa propia disposición constructiva
necesaria garantiza la protección del acero contra la corrosión.
En el mencionado esquema de la mecánica, la adecuación de esfuerzos se produce
dado que el hormigón se diseña ubicado para absorber los esfuerzos de
compresión para lo cual es apto, y el acero para los de tracción (en algunos
casos el acero comparte con el hormigón los esfuerzos de tracción).
Durante el Taller de Hormigón armado, y evitando entrar en los cálculos
propiamente dichos, describiremos cómo se aplica el concepto de la teoría en
las partes más habituales en que se subdividen las estructuras y cómo se
produce la distribución de los esfuerzos mencionada hacia cada uno de los dos
materiales constituyentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario